La nueva generación de empresas innovadoras que nos sorprenden día a día, ¿cómo están construídas? ¿podremos aprender de ellas?
Hace poco hablamos de cómo la generación de ideas puede multiplicarse promoviendo la curiosidad personal y sistematizando la creatividad institucional. Una vez que contamos con un flujo profuso de ideas, ¿cómo las aprovechamos?
Cada organización tiene que construir su propio sistema de gestión de ideas. Mucho hemos aprendido de las empresas tecnológicas y de Sillicon Valley, pero muy especialmente de Amazon, Google, Facebook y Apple. Sus principios son de lo más prácticos y sencillos.
1ro. Piensa en grande. Algunas compañías incluso dimensionan el tamaño de la idea mínima a plantear en términos de ventas, ganancias o valor. “No me traigan ideas que no valgan al menos tantos millones”. Cada empresa tendrá sus propios parámetros para medir el tamaño de las ideas. No vale la pena llenarnos de proyectitos irrelevantes que poco moverán la aguja.
2do. Pruebas en pequeño. Hace poco me narraba un empresario sobre un proyecto fallido: “Está bien haberlo intentado, y haber fallado, pero no teníamos que hacer una inversión tan grande, con la mitad era suficiente para validarlo.” Eso es justo lo que necesitamos, criterios claros y sentido común para establecer montos de inversión compactos, pero suficientes.
3ro. Fallar rápido. Las pruebas no tienen por qué ser eternas. Es vital definir parámetros de validación, con hipótesis específicas que podamos ir probando una a una, si es posible. Mientras más rápido fracasemos, mejor. Se trata de experimentar, validar y tomar decisiones con agilidad.
4to. Aprender siempre. Esto es lo más relevante. Aprendemos al concebir las ideas, al madurarlas o desecharlas, al planear y hacer la prueba, al obtener conclusiones al cierre de cada proyecto. Todo el sistema de innovación es un gran laboratorio de experimentación y aprendizaje.
También necesitamos mecanismos de generación de ideas. Ahora hay muchas herramientas disponibles: cartas al director, marathon o concurso de ideas, ejercicios de design thinking, sistemas de inteligencia de mercado, prospectiva tecnológica, viajes de estudio, y muchos etcéteras.
Luego hacen falta mecanismos de evaluación de ideas. También disponemos ahora de infinidad de herramientas para definir cuáles ideas prosiguen hacia adelante y cuáles se desechan: embudos de ideas, macrofiltros y microfiltros, el sistema RWW de George Day (por sus siglas en inglés: ¿Es real? ¿Podemos ganar? ¿Vale la pena?), comités de análisis de ideas, y muchos más.
Por último, requerimos también de un sistema de gestión de proyectos, con una metodología para manejar presupuestos y dar seguimiento a cada uno de ellos. Algunas empresas constituyen un PMO (Oficina de Administración de Proyectos), que puede consistir en una sola persona o en todo un equipo de expertos que hagan la tarea de empujar cada idea hacia adelante. Esto es fundamental, ya que los ejecutivos y mandos medios, aunque pueden participar en distintos proyectos, no tienen el tiempo para investigar, averiguar, viajar, y elaborar proyecciones y estudios que estos siempre demandan.
Es inútil intentar crear un sistema de innovación sin un equipo mínimo de jóvenes project managers que realicen el arduo trabajo de investigación, análisis, proyección operativa, comercial y financiera que cada proyecto exige. Ellos se entrelazan con los ejecutivos y mandos medios que conocen el negocio en los diferentes equipos de trabajo. Luego hacen su trabajo para avanzar y prepararse para la siguiente reunión. Aprender a dialogar y trabajar en equipo es obligatorio.
Parece un gran enredo. Lo es. La inmensa capacidad de generar nuevas ideas en esas empresas mencionadas no proviene de la genialidad de unos cuantos directivos. La innovación es fruto de todo un sistema que incluye gente, metodología, líderes persistentes, recursos y, sobre todo, una nueva cultura empresarial.
¿Quieren convertirse en una organización innovadora? Prepárense para invertir, aprender, transformarse, evolucionar y ármense de paciencia. Los resultados serán gigantescos, pero tardarán en llegar.
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Carlos A. Dumois es Presidente y Consultor de CEDEM.
“Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.