Lubriquemos nuestra empresa para que la creación de valor fluya.
Hablamos hace poco de los prejuicios que muchos empresarios tienen con respecto a su organización. Poco le dedican a aplicar su liderazgo en rasgos que hacen que sus compañías trabajen fluída y sinérgicamente. Es obvio que por un lado la funcionalidad es importante, en todas las áreas del quehacer empresarial: Estrategia, Mercadeo, Operaciones, Finanzas, Logística, etc. Pero hoy no es este el tema.
También es crucial la concentración en las estrategias de Generación, Multiplicación y Captura de Valor. Esto es, el ejercicio de la Dueñez en la renovación incesante de las formas de crear riqueza. Tampoco estamos aludiendo esto directamente.
Hoy quiero referirme a las ideas que me brotan de los libros de Pat Lencioni, quien tanto ha trabajado en este tema. ¿Qué hace que una organización no sea enfermiza? Expongo mi propuesta.
Autonomía. Esta es la base de la institucionalización. Cuando buscamos empoderar a nuestros colaboradores y logramos que los procesos y proyectos fluyan con verdadera interdependencia podemos crecer casi sin límites. Si nuestro crecimiento nos hace cada vez más dependientes, caminaremos hacia la burocracia. Este es un camino que nos conduce a rendimientos decrecientes y a desaprovechamiento de talentos. La burocracia impulsa el costo de oportunidad al infinito.
Claridad. Las metas y prioridades, los procesos y sistemas, los roles y estructuras, no deben ser complejos ni enredosos. La complejidad debe combatirse como consigna de todos. La construcción del crecimiento se centra en el pensamiento conjunto, en el trabajo en equipo, y todos han de privilegiar la sencillez. La confusión y el desconcierto crean una maraña inexpulgable que hace que todo camine más lenta e ineficientemente.
Compromiso. Esta es una actitud que se cultiva de arriba hacia abajo, se contagia con el ejemplo. El chisme, la política, la grilla, hay que combatirlos sin tregua ni descanso. La intencionalidad de todos ha de converger en los intereses de la institución. Crecer a costa de los demás es atacar los cimientos de la salud organizacional. No debe haber duda de qué lado han de estar todos los líderes de la empresa. Lo demás es perder el tiempo, perder oportunidades de avance, desgastarnos en infiernitos.
Alta moral. No solamente hablamos de la integridad y la ética, también nos referimos a cualidades como el coraje, el empuje, la energía, el entusiasmo. En síntesis, una organización sin líderes apasionados no va a ningún lado. La frialdad conduce a la mediocridad, y esta al estancamiento.
Alta productividad. En estos tiempos la mejora continua no es una opción. Nuestra prácticas de gestión, como la fijación de objetivos e indicadores, como la rendición de cuentas y la evaluación del desempeño, como la planeación del crecimiento personal, son condición para avanzar todos los días hacia la excelencia operativa. También la alta productividad tiene que ver con evadir la mediocridad.
Baja rotación. Los tiempos de pandemia, de guerra y de alta inflación, el trabajo remoto o híbrido, han provocado que muchos empleados se estén cuestionando su proyecto profesional. Muchos han renunciado a sus trabajos buscando mejores caminos de crecimiento y mayor balance vida-trabajo.
También muchas compañías han hecho recortes para sortear las crisis de estos tiempos. Todo esto ha detonado mayor inestabilidad laboral y mayor dificultad de conseguir el talento que requerimos.
Las organizaciones con alta rotación se enfrentan a la dificultad de trabajar a plazos mayores con sus colaboradores. Esto afecta la lealtad, la continuidad de procesos de formación, la dificultad de integración de nuestra gente. Trabajar para bajar la rotación es crucial para fortalecer la salud de nuestras empresas.
No le restemos importancia a estos aspectos de nuestro quehacer como dueños. Crecer en autonomía, claridad, alta moral y productividad, compromiso y permanencia de nuestra gente, es gobernar la salud de nuestra organización. Tal vez no podemos mirar esto en los estados financieros, pero sin duda así se lubrica nuestra capacidad de crear valor. Tomemos en serio esta tema.
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Carlos A. Dumois es Presidente y Consultor de CEDEM.
“Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.