El diseño de cómo gobernarnos exige comprender las cuatro instancias que entran al juego con claridad.
La semana pasada comenté sobre el artículo que Josh Baron y Rob Lachenauer publicaron en Harvard Business Review sobre las prioridades de los dueños de negocios familiares para asegurar su permanencia. La primera de esas prioridades de la que hablé fue sobre la definición de la fórmula propietaria que propicie la continuidad de la compañía. Ahora quiero escribir sobre el sistema de gobierno que facilite la trascendencia hacia la siguiente generación.
Es frecuente que los dueños ejerzan un poder enorme sobre sus organizaciones. En muchas grandes empresas no se gasta un centavo sin la autorización de ellos. Cuando este poder se canaliza efectivamente, la organización puede desarrollar ventajas competitivas relevantes, aprovechando con agilidad oportunidades que valgan la pena. Pero si ese poder es ejercido inapropiadamente, el negocio se debilitará, privilegiando el control sobre la innovación y dificultando la atracción de talento sobresaliente.
Según Baron y Lachenauer, el buen gobierno en una empresa familiar radica en encontrar el balance entre el micromanagement y la delegación total de la Dirección. Ese balance es más complejo mientras van creciendo la familia y el negocio. Ellos sugieren un esquema que le llaman de los cuatro cuartos. Plantean un modelo en el que la organización se asemeja a una casa de cuatro habitaciones: en la primera estancia, en la base, está el equipo ejecutivo, que maneja los recursos humanos y materiales, propone las metas y estrategias de negocio y ejecuta los cambios y planes autorizados.
En el cuarto del medio está el Consejo de Administración, que le pide cuentas al CEO, lo contrata y, en su caso, lo despide. El Consejo interactúa con la Dirección en el diseño de la Estrategia de Creación de Valor y le da seguimiento, pidiéndole cuentas y evaluando su desempeño.
En la alcoba superior se ubican los dueños, quiénes definen la misión de la empresa, lo que significa su propio éxito (que es su querencia) y delegan el ejercicio contidiano de la Dueñez en el Consejo de Administración, que es conformado por ellos.
La habitación de la familia, que es crítica para mantener la conexión emocional con la empresa, se ubica verticalmente a los largo de los otros tres, subrayando el peso de la misma familia y su unidad en todo el conjunto.
El sistema puede diseñarse estructuralmente de distintas formas, pero lo importante es definir y respetar las reglas de cada recámara, tener claro qué tipo de decisiones se toman en cada una y crear sinergia entre las cuatro.
En la alcoba de los dueños es desde donde se gobierna todo, pero bajo un orden claro para todos. Puede ser un Consejo de Dueños, una Asamblea proactiva o como se le llame, pero tiene que crear un equipo de Dueñez competente, sinérgico y poderoso.
La habitación de la familia puede ser un Consejo de Familia, un Concilio Familiar, o como quieran nombrarlo, pero ha de mantener la armonía y la unidad entre todos los miebros, ha de construir una cultura familiar definida y cultivar y aplicar unos valores por todos compartidos.
El cuarto del Consejo puede llamarse Junta Directiva o Consejo Consultivo y puede desdoblarse en diferentes comités de gestión de la Dueñez, pero tiene que encontrar el camino de la permanencia y la creación de valor, tiene que responder ante todos los dueños por la gestión de su patrimonio.
La estancia del management necesita hoy ser muy flexible, con estructuras organizacionales versátiles y maleables capaces de concentrar el talento donde estén las mejores jugadas para el negocio. Pueden crearse comités operativos para distintos fines, funciones y proyectos, y continuamente revisarse y adecuarse a los requerimientos del entorno, el mercado y las estrategias para enfrentarlos.
Ahora estamos rediseñando el Sistema de Gobierno Corporativo de varias familias empresarias. Sus peculiaridades son únicas en cada caso: distintos formatos y prioridades según la dimensión y naturaleza de sus negocios, diferentes estructuras de acuerdo a la forma de ser de cada familia. Pero todas necesitan aprender a revisar de vez en cuando sus cuatro cuartos y asegurar que cada uno cumple con su cometido y opera con transparencia y claridad. El modelo de los cuatro cuartos ayuda a los dueños a gobernar los asuntos más relevantes y a delegar otras responsabilidades y decisiones.
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Carlos A. Dumois es Presidente y Consultor de CEDEM.
“Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.
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